Presentación (volumen 19)

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Hace ya siete u ocho años que empecé a intercambiar con colegas de diferentes especialidades antropológicas diversos comentarios aislados acerca de la idoneidad del concepto Mesoamérica, especialmente en cuanto a su peso en las investigaciones arqueológicas. Estos comentarios y mis propias ideas estaban entonces inconexos, y se hallaban lejos de conformar una propuesta de discusión. Pero en 1996 tuve la oportunidad de leer El Leviatán arqueológico, de Luis Vázquez León, extraordinaria obra de análisis sociológico sobre la comunidad arqueológica mexicana, donde se afirma que Mesoamérica se interrelaciona de alguna manera con el mito del “México Antiguo”; esta lectura aceleró el ensamblaje de todas aquellas ideas alrededor del concepto, del papel del Estado, de la arqueología oficial y del monumentalismo.

Estas ideas las llevé y las confronté con otras parecidas en el Seminario de Historia, Filosofía y Sociología de la Antropología Mexicana, donde descubrí que mis inquietudes tenían eco en más de un colega. Posteriormente, y gracias a una invitación de los editores de Actualidades Arqueológicas, tuve la oportunidad de escribir un articulo (núm. 8, septiembre-octubre de 1996) donde propuse la conveniencia de establecer debates sobre seis tópicos cruciales para la antropología y la arqueología mexicanas actuales; uno de esos tópicos era Mesoamérica.

Mi osada propuesta de revisar la utilidad del concepto tuvo réplica en la pluma del profesor Carlos García Mora (Actualidades Arqueológicas núm. 10, enero-febrero de 1997), quien aceptó debatirlo. En tórridas sesiones de discusión con todos los miembros del Seminario, llegamos a la conclusión (a partir de una sugerencia de Mechthild Rutsch, a quien agradezco toda su participación en la organización del evento y la ponencia introductoria al mismo) de que era conveniente llevar el debate a la palestra pública, por lo que en febrero de 1997 decidimos la creación del Coloquio Mesoamérica. Una polémica científica, un dilema histórico, mismo que se realizó del cabo del 13 al 15 de octubre del mismo año.

Dicho evento fue para mí de particular importancia. En el ya mencionado artículo de Actualidades Arqueológicas planteé la conveniencia de realizar sesiones de discusión seria y académica como una forma de reanimar el desarrollo teórico de la antropología (particularmente la arqueología), y qué mejor que empezar a hacerlo debatiendo uno de sus conceptos fundamentales. Confieso que cuando escribí la mencionada proposición, no esperaba mayor reacción de los colegas. La realización del Coloquio fue para mí muy gratificante, porque significa que al reconocer y destacar uno de los problemas trascendentes en nuestra antropología, quienes me acompañaron con sus ponencias hicieron suyo el mismo reconocimiento.

¿Por qué Mesoamérica?

Como en la antropología de otras tradiciones nacionales, en la mexicana existen ciertos conceptos que se han distinguido por influir poderosamente en su desarrollo académico. Sin duda, Mesoamérica ha sido uno de los fundamentos que aún constituyen la plataforma de innumerables proyectos de investigación. Mesoamérica es uno de los principales aportes teóricos que ha generado la antropología en México, por lo que es legítimo que el concepto se encuentre en el núcleo de investigaciones, escuelas y vidas profesionales. Éste se ha internalizado tanto que la matriz disciplinaria de los antropólogos mexicanistas es mesoamericanista.

Empero, al surgir como instrumento para responder a interrogantes académicas de hace medio siglo, Mesoamérica ha tenido que afrontar duras pruebas a su idoneidad (largamente pregonada) a causa del ineluctable avance del conocimiento. Los conceptos científicos nunca pretenden la consolidación plena, pues son convenciones sujetas a modificación o eliminación cuando su capacidad explicativa disminuye. Por ello, en años recientes, se ha impugnado el poder explicativo del concepto y se ha propuesto revisar sus elementos constituyentes: ¿cuál es la posición teórica actual de Mesoamérica?, ¿en qué consiste su problemática?, ¿qué hay detrás de la discusión y qué se juega con ella?

Éstas y otras interrogantes reunieron a varios antropólogos en el coloquio, para confrontar sus diversas experiencias profesionales y analizar los alcances y limitaciones del concepto. El desarrollo de nuestra antropología requiere evitar a Mesoamérica como un concepto ya dado, cómodo y estancado, cuando es justamente su fertilidad para seguir generando investigaciones de lo que depende su vigencia. Esto nos remite a una polémica científica fundamental y a un dilema histórico, como se constató durante ese intercambio de ideas, dudas y posiciones.

Los artículos

Con el fin de ubicar al lector de este volumen en el contexto de la discusión sobre el concepto Mesoamérica, hemos querido reproducir al principio el texto original de Paul Kirchhoff del sobretiro especial del tomo VIII de la Enciclopedia de México, que la Sociedad Mexicana de Antropología publicó en 1975.

El primer artículo derivado del coloquio, “En torno del Coloquio Mesoamérica y Nuestra Memoria del doctor. Paul Kirchhoff” -de Mechthild Rutsch-, constituyó la ponencia introductoria al Coloquio. Como tal se mantuvo al margen de una posición impugnadora o defensora del concepto y tiene como principal preocupación la ubicación de la propuesta kirchhoffiana dentro de la tradición mucho más amplia de la escuela cultural alemana, y establece los alcances (muchos de ellos insospechados) de dicha tradición en el desarrollo de la antropología mexicana. En este artículo la obra del profesor Kirchhoff se presenta inscrita en el pensamiento difusionista centroeuropeo cuyos orígenes se hallan en el siglo XIX, y quedan claras las circunstancias que amalgaman dicho pensamiento con las peculiares condiciones de la antropología mexicana durante los años treinta y cuarenta del siglo XX.

El segundo artículo, Mesoamérica. Ese oscuro objeto del deseo -de mi autoría-, abrió la polémica en el Coloquio al presentar varias razones académicas por las que considero que el concepto ha perdido mucho de su fertilidad en el campo de las disciplinas antropológicas, no sin antes enmarcar el surgimiento del concepto en un ambiente político nacionalista que fue propicio para un uso ideológico que reforzó la omnipotencia del Estado mexicano. Asimismo ennumero varios problemas que el uso acrítico del concepto acarrea actualmente para desestimar una base popular en la antropología mexicana.

El tercer artículo, “Mesoamérica. Un proyecto científico y un programa político” -de Carlos García Mora-, asume la defensa del concepto haciendo un recuento histórico de las razones teóricas y académicas por las que surgió, destacando los meritorios alcances y el gran marco explicativo que generó para acuñar el desarrollo de la antropología mexicana tanto en sus temas y en sus expectativas sociopolíticas, como en las alternativas propias de nuestra academia ante los embates culturales de la antropología de baluartes imperialistas. Propone que la antropología mesoamericanista establece bases democráticas para apoyar las históricas demandas de las poblaciones étnicas de nuestro país.

El cuarto artículo, “En la mirada del arqueólogo, una Mesoamérica ciega” -de Fernando López-, se suma a las impugnaciones del concepto al declararlo núcleo de una falsa certidumbre disciplinaria, donde toda investigación gira alrededor del concepto sin atender a las múltiples y entreveradas circunstancias que lo hicieron posible y que minan su supuesta solidez cuando ellas mismas cambian. En este artículo no falta una cáustica evaluación del ambiente académico en que se desarrollaron muchas generaciones de antropólogos, que crecieron bajo el ideario mesoamericanista ya que otra alternativa hubiera sido “herejía”.

El quinto artículo, “Mesoamérica. Un desarrollo teórico” -de Alba González Jácome-, es un erudito estudio de revaloración del concepto que descubre la confluencia de las ideas culturalistas y americanas que están en su raíz; varios nombres señeros de la antropología internacional concurren aquí para aclarar la gestación de dicha construcción conceptual de amplio uso no sólo en México, sino también en Norteamérica. Desde luego se hace un recuento de los atributos que definen el área denominada por el concepto dándole a éste un carácter heurístico, a la vez que se establece que el uso subsecuente del término ha variado mucho con respecto al original. El valor que se le reconoce aquí a Mesoamérica es primordialmente la flexibilidad que ha mostrado a lo largo de numerosos proyectos de investigación que han partido de ella.

El sexto artículo, “Graebner y la estructura teórica subyacente en la ‘Mesoamérica’ de Kirchhoff” -de Luis Vázquez-, pone de manifiesto la que quizás es la raíz más importante en el pensamiento de Kirchhoff: la metodología de Fritz Graebner, orientada a una finalidad “teórico-sistémica”. La disección histórico-analítica lograda en el artículo no deja de sorprender, especialmente porque se descubre que muchos conceptos usados por antropólogos mexicanistas provienen de fuentes de la etnología alemana, origen pocas veces mencionado y menos áun reconocido. Este artículo no impugna al concepto propiamente dicho, sino más bien a las subsecuentes camadas de mesoamericanistas que tomaron mal y tergiversaron la propuesta original de Kirchhoff, dando lugar a difusionismos regionales de poco valor académico.

El séptimo y último artículo, “Mesoamérica aun sin Mesoamérica” -de Jeffrey K. Wilkerson-, apoya al concepto al partir de una comparación de las principales áreas que en el mundo cobijaron el desarrollo de grandes civilizaciones, y pasa a ennumerar las características de Mesoamérica que la convirtieron en una privilegiada región donde el proceso civilizatorio brilló intensamente. El postulado principal del artículo radica en que la confluencia de los elementos geográficos y culturales que están en la base del surgimiento y desarrollo de Mesoamérica hacen inevitable focalizar dicha súper área: si mesoamérica no existiera tendríamos todos los elementos para inventarla.

Hemos creído conveniente incluir al final de esta revista, como un aporte más para beneficio del lector, el obituario de Robert von Heine-Geldern que Paul Kirchhoff escribió en alemán (traducido por Mechthild Rutsch), dada su importancia para la ubicación teórica del autor del concepto Mesoamérica.

Como el lector podrá observar, en sus manos tiene una colección de textos de discusión que, Mediante el análisis de un concepto fundamental de la antropología mexicana, primordialmente buscaron establecer el intercambio académico crítico, como una forma de revitalizar e impulsar el desarrollo teórico y metodológico de las disciplinas antropológicas. Al presentarse las ponencias de manera alternada en el Coloquio (una impugnadora seguida de otra de defensa) se concretó un mecanismo de diálogo directo y puntual de los argumentos esenciales de cada tesis. Creo que el lector podrá paladear en este volumen la rica dinámica de intercambio que se disfrutó en el evento. Espero que otros eventos similares aprovechen y desarrollen sistemas de discusión parecidos.

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Agradezco al profesor García Mora la amistad con que me distingue y su decisión de acompañarme en este debate, agradezco especialmente a los profesores Fernando López (quien también colaboró en la organización del evento), Raymundo Mier, José Antonio Pompa, Luis Vázquez y Juan Yadeun el entusiasmo con que respondieron a mi convocatoria para impugnar el concepto, así como a los profesores Ana María Crespo, Leticia González, Alba González Jácome, Andrés Medina y Jeffrey Wilkerson la decisión con que, al lado del profesor García Mora, intentaron reforzarlo. Mención particular merece mi amigo NoeI Morelos, a quien se debe la caricatura que apareció en los carteles y programas del evento y ahora aparece en este número de Dimensión Antropológica.

Lamentablemente, los textos definitivos de los profesores Mier, Pompa, Yadeun, Crespo, Leticia González y Medina no me fueron entregados (a pesar de mi insistencia y la del profesor García Mora); quiero creer que se debió a sus ingentes cargas de trabajo y no a un exceso de precaución ante el arraigo y el fundamentalismo del concepto debatido. Agradezco a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, a la Dirección de Etnología y Antropología Social y a la Universidad Iberoamericana su apoyo académico y logístico para llevar a buen fin el evento; especialmente agradezco a Dimensión Antropológica el haber abierto sus páginas a esta polémica. En mi nombre y en el de todos los autores aquí publicados invito a los lectores a sumarse a la polémica acerca de Mesoamérica (todavía núcleo paradigmático de nuestra antropología mexicanista) con el compromiso de responder a todo cuestionamiento pertinente que nos hagan llega. Mi dirección de correo electrónico es: irrodrix@hotmail.com.

Sobre el autor
Ignacio Rodríguez García

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