Josefina García Fajardo, Entre ires y venires. De los sonidos a los sentidos. Introducción al lenguaje, México, Trillas, 1996.

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DA707001De los sonidos a los sentidos, sugerente y evocador título que Josefina García Fajardo elige para introducirnos al lenguaje, a sus vericuetos complejos y fascinantes. Sonidos estructurados que unidos dan significados mil, pues reproducen con palabras enlazadas desde la luminusidad del amanecer hasta el más abstracto pensamiento lógico. En su libro, Josefina García Fajardo habla del hombre pues habla de su capacidad maravillosa de conferir significados, merced al poder del lenguaje.

Antes de penetrar en el interesante andamiaje del libro, conviene detenernos un momento en los “Motivos”, pequeña pero sustanciosa introducción con la que Josefina García Fajardo abre el libro. Pese a su tono personal, casi íntimo, esto nos da claves para comprender la naturaleza intrínseca del trabajo.

Sí, en efecto, Josefina García Fajardo habla de “ires y venires”, parecidos a los que van de los sonidos a los sentidos. De Massachussets a Campeche, se dio el primer paso. Un curso intensivo a maestros en educación especial esbozó ya la necesidad de un texto que diera cuenta del lenguaje.

De vuelta de la sofisticación de Massachussets, de semánticas formales y de intrincados modelos lógicos, el calor veraniego de Campeche era lugar ideal para que Josefina aterrizara en la realidad cotidiana, en la avidez de sencillos pero sensibles maestros que necesitaban comprender el lenguaje desde dentro, para transmitirlo y llevarlo a otros, que quizá no lo poseyeran en plenitud. Ahí se gesto el libro que hoy presentamos, y ahí abrevaron sus rasgos distintivos: nació para la docencia y es fuertemente didáctico; se ideó para satisfacer la necesidad, la inquietud y la curiosidad de maestros, y es un ejercicio continuo de reflexión y creatividad para maestros e investigadores. No hay página en la que no se nos insiste a pensar, a jugar, a crear, a construir y a descubrir el lenguaje.

La idea de gestó hace 16 años, tras muchos veranos calurosos, hoy se consolida en un libro que rehizo y volvió a rehacer los “textos de apoyo”, las hojitas que un día fueron, según relata la autora.

Desde la perspectiva del tiempo, dieciséis años son muchos para hacer un libro; desde la perspectiva del trabajo académico comprometido y consistente, son los necesarios para madurar una obra y ponerla a prueba, ésta De los sonidos a los sentidos ya pasó por la primera fase de evaluación –he aquí mismo su primer valor-. Una diferente evaluación, no la del cubículo, con la presión del investigador, con su aparato crítico y sus modelos, sino la del maestro que lo ha usado en sus versiones preliminares una y otra vez. Este libro, el que hoy presentamos, pasó pues por los avatares de la evaluación; la mejor tal vez, la del salón de clase, ya fue y vino una y otra vez de Josefina a los maestro, de los maestros a los alumnos.

Adentrémonos en él, y veamos qué le ha ofrecido ya a muchos maestros en sus fases primeras y qué ofrece ahora en su forma consolidada. La estructura del libro es original y responde a esa necesidad lúdica y heurística de la autora. Empieza con un juego, cuyas reglas tendrá que descifrar el lector y si no lo logra, estará en problemas, tendrá que poner a trabajar su imaginación y sus propias hipótesis. Con un tono didáctico y siempre dialogante, se nos presenta un libro estructurado en seis capítulos y dos apéndices, acompañados de una nutrida y especial bibliografía que ilumina cada tramo del sistema de la lengua o de la historia de cómo se ha visto este sistema, desde diversos enfoques y diferentes épocas. Lo interesante de la estructura que logra García Fajardo es que, pese a que cada capítulo es autónomo y autosuficiente, establece vasos comunicantes con los otros capítulos creando un todo orquestado armónicamente. El libro reproduce el sistema de lengua, cada nivel con sus valores, pero íntimamente relacionados entre sí mismos y con los otros componentes, como atinadamente los llama Josefina.

Los dos primeros capítulos están dedicados al sistema y sus características: el signo lingüístico, la doble articulación, valor, oposición, plano del contenido, plano de la expresión, les dan vida y dinamismo. El tercer capítulo, muy interesante por cierto, es el corazón del libro -puente entre capítulos-. Se trata de la “facultad de adquirir una lengua”. A partir de esta facultad, la autora vertebrará los tres capítulos restantes en donde el componente fonológico, sintáctico y semántico se ven desde dos ángulos; uno que explica cuidadosa y nítidamente cómo se articula cada nivel; el otro, se vincula al proceso de adquisición de los elementos que constituyen cada nivel, y entonces los tonos, los puntos de articulación, los registros mentales, el léxico, los significados no están descontextualizados, desembocan siempre en los cauces de la adquisición, en ese maravilloso proceso que permite, como dice Josefina García Fajardo, que “nos construyamos a nosotros mismos y nos expresemos”.

Cada uno de los capítulos tiene sus ejes y sus entrecruces; todo aquello que constituye el sistema de la lengua es explicado meticulosamente, entusiastamente, no deja de oírse la voz respetuosa pero inquietante de la autora que guía los pasos del lector al descubrimiento, a la hipótesis, a reflexionar y a hacer suyo un mecanismo que no siempre es transparente, por ser precisamente, tan suyo.

El libro es un juego en sí mismo, pues tiene sus reglas y secretos. La primera parte, la de los seis capítulos, no hace mención alguno a autores y a sus posturas, está si acaso, una tímida noticia a pie de página, en la que se hace referencia a Saussure, Chomsky, Harris, aquellos que han construido la historia de la lingüística moderna. Toda la energía está concentrada en la lengua, en hacer transparente su imbricada red de elementos que se relacionan hacia adentro y se nutren de los estímulos externos: ni la sociedad, ni la subjetividad, ni la afectividad son dejados de lado. La autora no aísla a la lengua en el microscopio de su mirada, la hace dialogar constantemente con los factores extremos que le dan vida. Ésa es la dinámica del libro, la interacción continua; autora con lectores, lectores con la lengua, la lengua con sus elementos y los elementos de la lengua en concierto con la sociedad.

Después de los seis primeros capítulos, el lector está listo para penetrar otro mundo: el de la lingüística y su historia. En el Apéndice A cobran vida vertiginosa pero profunda autores, escuelas, modelos. Con una capacidad de síntesis notable, Josefina García Fajardo hace una exhaustiva revisión de la historia de la lingüística en el siglo XX. Y si hizo desfilar solos a los fonemas, gramemas, lexemas, sintagmas y paradigmas ahora los involucra en el manejo que de ellos hacen los más connotados especialistas en nuestra disciplina, de Saussure a Habermas, pasando por Jakobson, Meillet, Sapir, Grice, Pierce, Austin, en fin, todos aquellos lingüistas que le han dado consistencia humanística. En unas cuantas páginas, acompañadas con una bibliografía atinada y pertinente, se da una visión clara de los caminos variados que ha seguido la lingüística desde su fase más descriptiva hasta su interrelación con la sociología, psicología, la neurología para dar cuente de la multifácetica estructura del lenguaje que, como un caleidoscopio, puede fragmentarse en un sin fin de ángulos, valiosos todos por sí mismos, pero también partes de un todo armónico y complejo.

El Apéndice B, breve y todo, retoma algunos puntos medulares de todos los capítulos como para darles más fuerza y consistencia y apoyados, claro está, en una rica bibliografía.

De los sonidos a los sentidos es y no una introducción al lenguaje. Tiene muchas formas de leerse y de interpretarse. El lector está en capacidad de elegir el nivel donde se quiera quedar, puede deambular por las explicaciones claras de García Fajardo o puede asumir el reto del juego heurístico y profundizar más y más tanto como lo permita el lenguaje.

Éste es un buen libro pues, sigue la necesaria y recién abierta breva de textos de apoyo. Es maravilloso y justo ver que en adelante podemos citar autores mexicanos que den cuenta de la lingüística con sus propias voces.

Quisiera terminar con una frase del libro de Josefina García Fajardo: “con la lengua establecemos un puente con el otro”. Espero que De los sonidos a los sentidos tienda puentes sólidos con los otros, con los que quieran conocer y penetrar el lenguaje. Pero sobre todo que permita la comprensión entre los hombres que hablan, sienten y son por el lenguaje.

Sobre la autora
Rebeca Barriga Villanueva
CELL-El Colegio de México.


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