En el marco del reformismo borbónico se ensayaron diversas políticas tendentes a promover sociedades más moderadas e industriosas. En este contexto, la ciudad de Buenos Aires fue elevada a capital virreinal luego de casi dos siglos de un crecimiento progresivo, aunque marginal con respecto a la metrópoli. Nos proponemos reflexionar en torno a las actividades de ocio que fueron sancionadas o promovidas por distintos agentes de gobierno, así como a las disputas y contradicciones que las mismas implicaron al interior de la élite local. Por una parte, realizaremos una revisión de todas aquellas prácticas que fueron objetadas o reguladas por el poder político. Luego abordaremos algunas de las formas de ocio que fueron promovidas por los sectores gobernantes, en particular, el toreo y las representaciones teatrales, con el propósito de deconstruir el espacio abierto entre un conjunto de representaciones y las dinámicas sociourbanas presentes en Buenos Aires a finales del XVIII.
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Los estudios sobre Domingo Faustino Sarmiento son abundantes, a tal punto que un estado del arte que aborde las distintas tesis y enfoques constituye una investigación en sí misma. En el caso puntual de Campaña en el Ejército Grande Aliado de Sud América (1852), se destaca el estudio de Tulio Halperín Donghi, cuyo análisis apunta al pensamiento de Sarmiento. Este historiador señala que, en las obras máximas de Sarmiento como Facundo, Viajes o Recuerdos, el escritor y el reformador se articulan muy bien, mientras que en Campaña, por el contrario, ha perdido el rumbo político y se produce un desfasaje entre el escritor romántico y sus argumentos políticos. Juan Bautista Alberdi, adversario político de Sarmiento y aludido negativamente en Campaña, plantea otra lectura: Sarmiento con su Campaña se propone minar la autoridad del liderazgo de Justo José de Urquiza y postularse como el gran candidato para presidir el país. La lectura alberdiana permite ver un aspecto que no destaca Halperín: Campaña es una operación política. Este artículo sigue la clave alberdiana pero subraya un aspecto no indicado por Alberdi (quien no tiene preocupaciones historiográficas): Campaña fue producida en tres entregas a lo largo de 1852, y Sarmiento no sabía que las produciría de esa manera. Al poner el foco en la historicidad de Campaña y analizar cada entrega en su específica coyuntura política, se advierte que cada una de ellas es una operación política distinta.
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