En este artículo planteo la necesidad de reconsiderar la antropología visual como una forma totalmente distinta y experimental de trabajar con la representación cultural. Un método que encarna una profunda transformación del destino y las perspectivas de la práctica antropológica, ya que no parte de la distancia y la supuesta pero dudosa objetividad científica, sino de la cercanía y el diálogo intercultural provocado por el etnógrafo a través de la cámara.
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